Peñafiel, Balcón del Duero, cuna del lechazo y caldos de la Ribera, visita obligada del caminante.
Dos ríos, uno grande y otro chico, han determinado desde siempre la fisonomía de Peñafiel. El Duero cruza estas tierras de Oriente a Poniente y el Duratón de Sur a Norte, que llenó de molinos, huertas y puentes el corazón del mismo pueblo.
El origen de los molinos de Peñafiel se remonta al menos al siglo XII, según consta en una carta conservada en el archivo diocesano de Valladolid y, aunque se crea anterior, la primera vez que se hace mención expresa al Molino de Palacios (anteriormente el molino quemado y posteriormente titulado de Palacios) es en el siglo XVI, año de 1573, donde los Téllez Girón – Señores de Peñafiel- compran «Un corral de molino, donde dicen el molino quemado, por 11.000 maravedís».
Debido a la fundación del Estudio de Gramática, cuya existencia se confirma en el siglo XVI, el molino Quemado, es donado, probablemente por el Duque de Osuna, a dicho Estudio.
En el catastro mandado hacer por el marqués de la Ensenada realizado en 1.752, el Estudio de Gramática tiene en su propiedad un molino, nombrado de Palacios, muele con agua corriente del río Duratón, de 4 ruedas, este arrendado en 260 fanegas de trigo y 9 arrobas de tocino al año.
En la historia encontramos varias escrituras que describen el molino; la perteneciente a 1875 la titula de esta manera:
«Molino harinero en término de esta Villa, titulado de Palacios sobre las aguas del Rio Duraton, por bajo de la calle de Sorribas; está señalado con el número cuarenta. Consta de planta baja con su cubierta y tiene cuatro piedras, una llamada limpia y las demas para moler, con los útiles y demás que al propio artefacto corresponden, el cual ocupa una superficie de tres mil ciento sesenta pies que equivalen a doscientos cuarenta y cinco metros y treinta y tres decimetros cuadrados, en comunidad con Don Pedro de la Torre, Don Eusebio Fernández de Velasco y otros a quien pertenece el resto, confinando por la izquierda u oriente con la bajada desde dicha calle y entrada para el molino, por el frente o mediodía con la misma entrada y con el citado río Duraton, el cual le circunda también por derecho y espalda».
El veinte de Agosto de mil ochocientos setenta y ocho Don Pedro de la Torre Hortigüela, acudió al Jefe de la Administración Económica de esta Provincia y adquirió los dos censos, haciéndose con la parte de propiedad del molino correspondiente al Estudio de Gramática.
En estos años, sin precisar cuándo, la parte edificada en el expresado molino, excepción hecha de sus cimientos, desapareció por causa de un incendio. La estructura actual del molino se debe a Don Pedro de la Torre, que lo reedifico y se hizo con su total propiedad.
Ahora en puertas del siglo XXI y para el deleite y disfrute en general, se crea el asador restaurante «Molino de Palacios» ubicado en ese molino que fuera de moliendas, en ruinas hasta su restauración en el año 1995, donde el respeto a su ancestral configuración ha sido la piedra angular en la recuperación de este bello edificio.